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13 sept 2010

Great Wall - China en chino - Parte XVIII

Me voy a duchar pasadas las 23 hs. Las duchas de este hostal son lo más! Tienen doce, sí, DOCE ganchos! Increíble! Y en las duchas de este hostal tardo casi una hora cada vez que me ducho. ¿Por qué? Porque una vez superado el último tren chino, como había prometido, me toca lavar ropa. Sí, lavo la ropa mientras me ducho. Y porque además, últimamente en China necesito enfriarme un poco más de la cuenta. Sí, me ducho con agua fría. En Beijing, BIEN FRÍA. 

Cuando vuelvo a la habitación 206 hay dos chinas y varias camas vacías. Cuelgo la toalla, las bolsas y bolsitas que traigo de la ducha y la ropa que lavé. SUBO a mi cama. Esta vez me había tocado abajo pero alguna ocupó mi cama antes de que yo llegara. No me quedó otra que acomodarme en la de arriba. Arriba. Siempre arriba.

La chinita que está más lejos mío se levanta de la cama, le dice algo - en chino - a la otra que está enfrente mío, y apaga el aire acondicionado. ¿Perdón? ¿Estamos todos locos? ¿Qué estás haciendo querida? BAJO de la cama. Le pregunto - en inglés - si apagó el aire, no me entiende NADA. Pero sí me entiende que quiero el aire prendido. Está a 24ºC, tan mal no le puede hacer, ¿no? Con 24ºC alcanza para sacar la humedad y no creo que mucho más. Lo prendo, SUBO a la cama y despliego mi bolsa de dormir porque sigo usando la frazada de colchón. Pasada la medianoche entra otra chinita que recién llega al hostal. Y no traba la puerta. Hay que apretar el piquito que sobresale (no sé cómo se llama) para que quede cerrada. Le digo - en inglés - con la menor cantidad de palabras posible que la puerta quedó abierta. "Ahhh". No me entiende NADA. BAJO de la cama. Aprieto el piquito. SUBO a la cama. La chinita sale de la habitación. Va al baño. Supongo. Vuelve. Otra vez deja la puerta abierta. BAJO de la cama, aprieto el piquito. SUBO. A los dos minutos la chinita sale de la habitación OTRA VEZ! ¿Sabés qué? Te vas a la puta que te parió y dormimos con la puerta abierta! Meto mi mochila de mano, que tiene todas mis cosas de valor, adentro de mi bolsa de dormir. Cuando la chinita vuelve aprieta el piquito. Sí, ya sé. La chinita no cerró la puerta hasta estar lista para irse a dormir. Aunque no estoy del todo convencida de que haya sido el caso. A esta altura el asunto del piquito me produjo un ligero insomnio. Y taquicardia, ¿por qué no? Al rato todas duermen pero la luz sigue prendida. BAJO DE LA CAMA. Apago la luz. SUBO. A los dos minutos llega una china. Mientras se acomoda con la luz encendida, la china que tengo enfrente hace ruidos raros. Estará soñando. La china apaga la luz. Silencio. Hasta que escucho que la chinita del principio se levanta y apaga el aire. Noooooooo. Pendeja de mierda! Ok. ¿Sabés qué? Mañana a las 8.00 am van a escuchar mis cuatro alarmas!!! ENTERAS. Suena una por minuto, una atrás de la otra. ¿Por qué? Porque el volumen es bajo y con cuatro seguro que escucho alguna. Sí, no pienso apagarlas apenas suenen como hago siempre. Sí, ENTERAS! Todas! Todas! Reviento de bronca! De impotencia! Y me acuerdo de la cara de la única occidental que estuvo en la habitación. Fuera de juego. Dormía hasta tarde. Yo creo que sólo esperaba su salida. ¿La habrán sacado de quicio como lo están haciendo conmigo? Basta! Basta! No quiero sentirme más así. Pero no puedo ser tan boluda como para dejar sonar las alarmas.

La mañana siguiente dejo que mis alarmas suenen. ENTERAS. Las cuatro. Sí. Y antes de bajar a desayunar tranquila paso por el baño. Tengo un jaboncito nuevo, dejo el envoltorio plástico sobre la mesada para volver a guardarlo ahí. Y la china que limpia me mira, agarra el plástico y, antes de que pueda decir nada, lo tira. LO TIRA! Y lo único que se me ocurre decir en voz alta es "Si habláramos el mismo idioma te putearía tanto pero TANTO!". Qué metidos que son los chinos!!! Bajo. Estoy contenta. Logré un desayuno que ningún chino me podría ofrecer. Café, jugo de naranja, pan casero, mermelada, donitas Bimbo y unos croissants de Bimbo, también.

Recién hoy estoy lista para ir a la Gran Muralla China. Le pido a mi enemigo de la recepción, como si nunca lo hubiera querido matar, que me escriba en chino "Bus 919 a Badaling" por si me cuesta dar con el bus y para asegurarme de que la dirección del bus que tome sea la correcta. Y "¿Esto es Badaling?" para cuando esté arriba del bus rodeada de chinos y no reconozca la parada. Me dice que me tome un bus hasta el 919. No, camino. Me dice que me tome un bus hasta el 919. Ok. Camino hasta el 919. Me cuesta encontrarlo. Pregunto mostrando el papel con la pregunta en chino. Enseguida doy con la terminal. El bus es Beijing-Badaling. No necesito preguntar por la parada. Es la última y luego sé que es la única. ¿Mi enemigo del hostal no podía decirme esto?, ¿no tiene lengua? Mostrando el papel un par de veces más doy con la cola para Badaling. Le pregunto a los chinos que tengo adelante "Tuo shao chien?" (¿cuánto cuesta? Esto lo traigo de Buenos Aires y funcionó SIEMPRE que lo usé en China. Lo saqué de las frases últiles de un suplemento de viajes de Perfil o Clarín, no recuerdo, y desde entonces que lo repito para asegurarme de memorizarlo). Me contesta en chino. Le muestro los dedos para que me diga el número usándolos. 1. 2. Cuesta 12 Y. Saco los 12 Y y se los muestro. OK. Subimos al bus. Es cómodo.

No sé qué me pasa hoy. Estoy FELIZ. Me siento JUSTO como me gusta sentirme. Y anoche ardía. ¿Me habré reconciliado con los chinos? ¿Cómo? Creo que decidí pasar de los chinos. Eso no es recomponer una relación. Bueno, no sé. Hoy soy FELIZ.

Cuando veo la Muralla China desde la ventana del bus lo primero que pienso es que encontré mi número dos. Difícil que Angkor Wat deje el puesto número uno. Casi diría que es imposible. Cuando bajo del bus hay una boletería que dice "Sliding Car Tickets". ¿Sliding car?, ¿y este quién es? No entiendo. Rocorro el lugar. Hay varios puestos. Una china me pregunta - en inglés - adónde voy. "Do you speak English?" "A little". Le pregunto si tengo que tomarme el sliding car. Le digo que quiero caminar. Me señala para dónde tengo que ir para caminar. Le pregunto si llego al mismo lugar caminando y en sliding car. Me dice que no. Pero no estoy segura de que me haya entendido. Empiezo a caminar y veo a dos turistas occidentales que vienen del lado en el que parece estar la Muralla. Una señora y una chica. Parecen madre e hija. Les pregunto si hablan inglés. Sí. "What language do you speak?" "I can speak English... Portuguese" "I speak Spanish" "You can speak Spanish to me" Me dice que accedés a lo mismo caminando y en sliding car. GENIAL! Me muestra la foto que le tomaron bajando en sliding car y se despide.

Empiezo a buscar el baño, entro a una especie de galería y me topo con la boletería para la Muralla que no tenía la menor idea de dónde estaba. Hoy es mi día. Luego del baño estoy lista para la Muralla. Antes de dar con la entrada me encuentro con varias jaulas con osos. Pobres osos! Están muertos de calor. Tanto que hay uno que está todo despatarrado. Patas para arriba. Con la lengua afuera. Los observo un rato. Y sigo. El camino se bifurca. Supongo que ambos llegarán a la Muralla. Cuando mi camino termina encuentro una entrada y un cartel que dice algo como "North Tower". Mmm, me parece que era el otro camino. Uf, con todo lo que subí. El camino es bien empinado. Yo pruebo. Si no es acá no me va a dejar entrar. Le muestro mi ticket. Lo corta. Entro. Sí, hoy es mi día. Eso sí, más vale que no haya entrado a un sector solo y que para entrar a la Muralla tenga que pagar otros 45 Y. No. Hay una sola Muralla. Y es HERMOSA. Al igual que las montañas que la rodean.

Según tengo entendido tenemos acceso a unos 4 kms de Muralla. No sé porqué asumo que habrá que ir y volver. Entonces son unos 8 kms - 80 cuadras. Está bien. Pero la Muralla es dura de recorrer. BIEN DURA. Las subidas y bajadas de la Muralla son SUBIDAS y BAJADAS. Súper empinadas. Subidas de esas que subís en puntas de pie y si reclinás el torso hacia adelante resultan más fáciles. Y las bajadas de esas que mejor agarrarse de la baranda por si te resbalás, no porque sea resbalosa sino porque el ángulo de la pendiente es realmente importante. Claro, estamos subiendo y bajando montañas sin pisar la tierra. Rampas y escaleras de piedra. En algunos de mis días podría haberme dado vértigo. Pero hoy nada me da vértigo. NADA. Hoy, soy FELIZ. Tanto que vuelvo a mirar a los chinos a los ojos. Y sí. Les sonrío. Y no sólo eso. Me saco fotos con los chinos. En una escalera bien empinada le pido a una china que me saque una foto. Me la saca. Y me pide sacarse una foto conmigo. Posamos. Y de repente, hay dos cámaras sacando fotos. Tres nenas se me acercan. También quieren una foto conmigo. La mamá nos saca una. Y le pido otra para mí. Una china más. Un chino. Me empiezo a poner nerviosa. Ya está, ¿no? Sí! Ya está! Sigo subiendo. En el View Point otra vez me piden fotos. Tres. Una con cada uno. La última china me agradece como si yo fuera Mao.

Hace calor. El sol quema. Hay MUCHOS paraguas y MUCHOS chinos caminando por la Muralla. Y muy pocos occidentales. Y yo que pensaba ahorrarme un tour LLENO de chinos... Esto es China.

Cuando estoy por llegar al siguiente atalaya diviso una camiseta de argentina. Argentina! Argentino! Abro los ojos bien grandes y se me ilumina la cara! Esperá. Dejame verlo. No. Este no es argentino. Ni siquiera le pregunto. Otra vez no caigo. La primera vez que vi a un hombre con la camiseta de Argentina fue en Hue, Viet Nam. Llegaba al hostal en busca de una cama, molesta porque no quería quedarme ni una sola noche y no conseguí pasaje para seguir viaje. Lo vi sentado en el barcito del hostal apenas entré y ni lo pensé. Le pregunté si era argentino. Ni siquiera hablaba español. Me resultó tan desolador que ni le pregunté de dónde era. La segunda vez, estaba en Kunming, China. Un chico con la camiseta argentina. Podría haber sido argentino. Tampoco lo pensé. Este sí hablaba español pero era francés. Tenía un amigo cordobés y había ido a visitarlo hacía poco tiempo. La tercera, estoy en la Muralla. Tiene una camiseta del Kun Aguero. Y después de mirarlo bien, prefiero seguir escuchando música.

Después de un largo recorrido subiendo y bajando llega el sliding car. ¿Para qué bajan en carrito?, ¿qué gracia tiene? Mmm, si es una montaña rusa puede ser divertido. Aunque, ¿para qué quiero otra montaña rusa? Con China tengo suficiente. La mayoría de la gente desaparece con el sliding car. Yo sigo. Quiero llegar al final. Pero el final no llega nunca. Creo que está ahí y cuando llego ahí, continúa. Bueno, ya tuve suficiente Muralla, mejor vuelvo. No. No. Hasta el final. Sigo. Me divierte sacarme fotos con el trípode. Me divierte mucho bajar trotando esas bajadas de piedra tan empinadas. Cada vez somos menos. Pero no paro hasta el final. Llego. Estoy muerta de tanta SUBIDA. Y BAJADA. ¿Y ahora?, ¿vuelvo caminando?, ¿podré? Y cómo no voy a volver caminando YO! Y allá voy. Mierda que caminé! Las subidas ya me parecen de 90º. ¿Y si no llego al final? Me quedo sin agua. Sigo. Un poco más. Si la ida fue DURA, la vuelta es DURIIIIIIISIMA. Todo el día abajo del sol. Lo bueno es que soy una de las pocas que eligió un ROUND TRIP. La mayoría se quedó en un ONE WAY. Así que a esta altura la Muralla es casi mía. Somos muy pocos y estamos uno más destruído que el otro. Sí. No podemos más. NINGUNO. Pero cada vez falta menos. Eso, SEGURO.

Tardo tres horas a la ida y una hora a la vuelta. Cuando encuentro la salida, estoy desesperada por mi recompensa. Una Coca-Cola bien fría. Sí, hoy me levanté MUY generosa. Están desarmando todos los puestos. Pero si apenas son las 17 hs. Veo una heladera. Me acerco. Me dice "Hello". "Do you have cold coke?". "10 Y". "¿10?, NO!". Empiezo a caminar. "8", "no, 5!", "6", "no, 5!". "Ok, 5". No está tan fría pero es la coca-cola más rica que tomé en mi vida.

Cuando llego muy contenta con mi botellita al estacionamiento de buses no hay nada. NADA. No hay buses. Muy poca gente. Oh-Oh. No me digas que me quedé sin bus. Nunca se me ocurrió preguntar. Me inquieto. Cada vez más. Sigo caminando y veo un 919 y una cola con poca gente. Uf. Sospecho que si hubiera tardado una hora más sí me quedaba sin bus de regreso. Se van dos llenos. La gente sube al tercero. Hay gente parada. Pienso que mejor espero el próximo. Pero cuando me llega el turno de subir al tercero detrás mío no queda casi nadie. Y entiendo que quieren que suba. Quieren que subamos TODOS. Como sea. Bueno, creo que prefiero viajar una hora parada a quedarme a dormir en la Muralla. Durante el viaje tengo la pierna de un chino que está sentado apoyada en la cola y la cola de un chino que está parado apoyada en mi pierna. Ellos no se enteran. No lo sienten. Y cada uno de ellos tiene una china abrazada. Así que me despreocupo. En medio del viaje la chinita que tengo parada al lado saca una bolsita desesperadamente. Quiere vomitar. Qué lindo! Y yo no puedo ni moverme. Lo único que me falta es limpiar su vómito de mi pantalón y de mis zapatillas. Por favor, no! Al final no pasa nada. Tardamos hora y media. No aguanto más la espalda. Ya no sé cómo colgarme de las barandas. Bajamos.

Está anocheciendo. Trato de orientarme para volver al hostal. Sí, ya sé. Camino unas 5-6 cuadras en una dirección y no, me fui a la mierda. Vuelvo. Camino unas 8-10 para otra. Y me parece que tampoco. Vamos a preguntar. Una pareja de unos 40 años. No sé si son pareja pero son ella y él. Les muestro el mapa. No hay mucha luz y mis amigos tienen presbicia. No leen nada en mi mapa. Llaman a otro chino que está ahí y que también tiene presbicia. Empiezo a buscar algún nombre que pueda pronunciar y que me pueda servir para dilucidar si mi dirección es la correcta o es justamente la opuesta. "Gulou", "Beixingqiao", "Andingmen". Sí. Me fui para el otro lado. Ella y él me hacen señas para que los acompañe. Para que vaya con ellos. Ella quiere que me tome un bus. Y quiere. Y quiere. "No, walking" Y le muevo los dos dedos que caminan. Caminamos los tres. Y caminamos los tres. Me hablan - en chino - y no entiendo NADA. Claro, ¿cómo les voy a entender?!? Pero nunca pierden las esperanzas. Nunca dejan de intentarlo. A cada rato me hablan. Y yo levanto los hombros para que entiendan que no entiendo. Ella hace muchas señas y no le entiendo nada pero se está esmerando tanto que le digo que sí a todo mientras le sonrío. Ya vamos como 10 cuadras y seguimos siendo tres... No entiendo, ¿vienen conmigo a dormir al hostal? En cuanto puedo y como puedo le pregunto a él si tienen que ir en el mismo sentido que yo. Sí, sí. Están haciendo footing. Ah! Ya entiendo, me sumaron al grupo de footing. ¿Y quería que me tomara un bus? Ja! Y mientras hacemos footing, en la oscuridad, los tres juntos, pienso en esos momentos mágicos que tienen los viajes. Y definitivamente este es uno de ellos...

Mis amigos no dejan de intentar comunicarse conmigo hasta el final. Pero es inútil. Cuando me despiden ella me indica varias veces el camino, parece preocupada. No quiere que me pierda otra vez. Pero a esta altura yo ya sé bien donde estoy y hacia donde voy...

Sí, hoy tuve un día mágico. Mágico. Y mañana tengo el día libre... Es domingo! Qué lástima que mamá se llevó mis pantuflas...

Beijing, 28 de agosto de 2010.

2 comentarios:

  1. Me encantó leerte!!! Sentí que te acompañaba y todo, me hubiera encantado estar con vos en la Muralla, realmente debe ser mágica.

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  2. Che... nena, el kit básico para dormir en un hostel consta de tapones para los oidos y antifaz para la luz. Se ve ridiculo, parece ortiba, pero cuando uno necesita dormir despues de estar pateando todo el dia, eso es lo de menos...
    Bueno, igualmente ya estas de nuevo en occidente. Te sirve el consejo para la próxima vez que vayas a China, jeje.

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